El equipo de fútbol Jóvenes de África de Cáritas se inició en 2019 como una herramienta de inclusión e integración
“El fútbol es un deporte universal, todo el mundo lo conoce y lo sabe jugar, y este es un punto en común que tienen los jóvenes migrantes que acogemos y acompañamos desde los pisos de Cáritas”, explica David Vázquez, responsable del proyecto Jóvenes Migrantes de Cáritas Diocesana de Barcelona e impulsor del equipo Jóvenes de África.
Los objetivos de este equipo de fútbol sala van más allá de jugar una liga y obtener victorias, ya que también se trabaja la importancia de conocer gente, hacer lazos de amistad y pasarlo bien. En un inicio, el equipo estaba formado solo por jóvenes atendidos por Cáritas, pero con los años se han ido sumando amigos de estos jóvenes, por lo que el equipo ha ido ampliándose. Actualmente, está formado por 11 jugadores, y normalmente juegan una vez por semana en la Escola de Futbol TARR de Barcelona. “Aunque el nombre del equipo es Jóvenes de África, está abierto a todo el mundo, ya que también han participado jóvenes latinoamericanos o de aquí. Es un punto de encuentro para personas de orígenes muy distintos”.
David añade que la afición a un deporte no supone solo adquirir hábitos de vida saludables relacionados con la actividad física, sino también aprender todos aquellos valores positivos que comporta el deporte: el juego limpio, la colaboración, el respeto al rival, la dedicación o el esfuerzo. Además, en el caso de deportes multitudinarios y de equipo como el fútbol, es una oportunidad para compartir jornadas con otras personas y para integrarse en la comunidad, lo que resulta especialmente valioso para los jóvenes que participan. “Hay jóvenes que al finalizar la temporada han “fichado” por otros equipos. Esto demuestra la importancia de esta iniciativa a la hora de establecer vínculos”.
Nizar tiene veinte años, y lleva dos jugando en el equipo como portero. Vive desde 2022 en uno de los cuatro pisos de jóvenes que Cáritas tiene en Barcelona. “Antes hacía algunas horas de gimnasio, pero cuando David me propuso jugar al fútbol, le dije que sí rápidamente”. Gracias a su participación en el equipo, Nizar ha podido conocer a muchos jóvenes de su edad. “Nos entendemos, hay respeto, y eso es lo más importante”, afirma. Actualmente, trabaja como camarero, y en breve empezará un curso de electricista. “Me esfuerzo para construir un futuro mejor y ayudar a mi familia”.
Houssan es otro de los jóvenes que participa en el equipo como defensa. Hace tres años que forma parte del grupo, y se sumó porque un amigo vivía en uno de los pisos de Cáritas. En su caso, llegó a Barcelona en 2017, siendo menor de edad. Ahora, ya tiene 22, está estudiando un curso de almacén y este mes de febrero empezará las prácticas. “Estoy feliz de estar en Barcelona. Ya me he acostumbrado, conozco la lengua y mi objetivo es quedarme”, explica. En relación con el fútbol, dice que en el momento de jugar no piensa en los problemas del día a día, lo que le ayuda mucho.
Sogui es de origen senegalés, tiene 22 años y lleva seis meses viviendo en uno de los pisos de Cáritas. “Después de estarme medio año viviendo en la calle y recogiendo chatarra, pedí ayuda a Cáritas. Al principio me ayudaron a pagar una habitación, y ahora comparto piso con otros compañeros. En Barcelona hay mucha buena gente, y participar del equipo me ha permitido hacer una buena pandilla de amigos”, dice.
“El rasgo diferencial de este equipo es que es único, no hay ninguno similar”, afirma David. “Nos hace ilusión compaginar nuestro día a día con la posibilidad de jugar al fútbol. Muchos de nosotros vinimos a Barcelona por el Barça, y dedicar un día a la semana a este deporte y en esta ciudad es fantástico”, concluyen los jóvenes.