Las entidades de la Iglesia católica que trabajan con inmigrantes y refugiados acogemos con alegría la visita realizada el pasado sábado 16 de abril por el Papa Francisco en la isla griega de Lesbos.
Agradecemos su profunda sensibilidad pastoral ante el desafío que, en términos humanitarios y políticos, supone la acogida de cientos de miles de personas que intentan llegar a la Unión Europea.
“Se trata de un viaje marcado por la tristeza”, declaraba el Papa Francisco, después de haber tomado contacto directo con lo que él mismo ha definido como la “mayor catástrofe humana desde la II Guerra Mundial”.
Lesbos lleva meses situada en el centro de una afluencia incesante de personas -al menos un millón en 2015- que llegan a Grecia en busca de un futuro de seguridad, libertad, dignidad y derechos. En lo que va de año, al menos 300 migrantes y refugiados han perdido su vida en aguas del Egeo.
El viaje del Papa a Lesbos se produce pocos días después de la entrada en vigor del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que permite que cualquier migrante que llegue a islas griegas después de 20 de marzo sea detenido y devuelto a Turquía, salvo que consiga ser reconocidos como refugiado en Grecia.
De ahí la enorme relevancia que para nuestras organizaciones tiene la visita de Francisco en Lesbos, con la que el Papa ha querido lanzar a toda Europa un mensaje inequívoco de solidaridad y cercanía con los refugiados y migrantes, a los que, nada más llegar a tierra griega, les dijo: “Quiero deciros que no estáis solos. He venido aquí con mis hermanos, el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con vosotros y escuchar vuestras historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma. Como hombres de fe, queremos unir nuestras voces para hablar abiertamente en su nombre. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de una manera digna a nuestra humanidad común”.
Para nuestras entidades ha sido especialmente significativa la interpelación lanzada a toda la Unión Europea durante su encuentro con la población y la comunidad católica de Lesbos en el puesto de la Guardia Costera. “No debemos olvidar -subrayó Francisco- que los emigrantes, antes que números son personas, son rostros, nombres, historias. Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga un pie en suelo europeo debería poder experimentarlo”.
Durante su estancia en la isla, el Papa visitó un pequeño hotel dirigido por Cáritas Grecia en Lesbos, que funciona como centro de acogida para refugiados especialmente vulnerables, como mujeres embarazadas.
En su regreso a Italia, y como rúbrica a una vista llena de gestos, el Papa Francisco trasladó con él a Italia, a bordo del avión papal, a un grupo de 12 sirios, la mitad de ellos niños, que fueron elegidos por sorteo. “Es una gota de agua en el océano -señaló Bergoglio-, pero después de esta gota, la naturaleza del mar nunca será la misma… Es un pequeño gesto. Pero estos son pequeños gestos que todos los hombres y las mujeres tienen que hacer para extender una mano a los que tienen necesidad”.