Cáritas Diocesana de Barcelona despide, junto con toda la Iglesia de Barcelona, el Año de la Misericordia
“La misericordia es el amor en el inicio del proceso que permanece presente y activo a lo largo del camino aunque, para ello, necesita la complicidad de la comunidad cristiana y de la sociedad en general”. Así definía Juana Martín, responsable del Servicio de Ayuda a los Refugiados de Cáritas Diocesana de Barcelona, el término misericordia en el acto de clausura de este Año Jubilar, que tuvo lugar el pasado sábado en la Basílica de Santa María del Mar. Y es que Cáritas ha sido una de las entidades que ha puesto en práctica las obras de misericordia que pedía el Papa Francisco, como bien constataba Juana Martín, “sintiendo el dolor de nuestro mundo manifestado con nombres y rostros que huyen de las guerras, que son refutados y devueltos a la miseria; madres que afrontan solas el caminar de sus hijos; niños invisibles y desprotegidos; ancianos; presos; aquellos que no tienen esperanza para levantarse… La misión de Cáritas es acompañarlos, acogerlos y empoderarlos. ”
También Diana, una refugiada siria que se ha establecido en Barcelona, mostró todo lo que las diferentes entidades de Iglesia habían hecho en este Año de la Misericordia. Hace un año, Diana salió de Alepo para conseguir una vida digna tras sobrevivir a cinco años de guerra: “Los refugiados nos hemos acostumbrado a una vida sin sueños”. Sant’Egidio la acogió y ahora es ella la que cuida ancianos en Nou Barris. Diana dio una lección a todos los presentes, que llenaban a rebosar la basílica: “Las instituciones acogen pero sólo las comunidades integran”.
No a todas las pobrezas
Siguiendo esta línea, el manifiesto de la misericordia reivindicaba la “lucha con valentía contra los diversos tipos de pobreza existentes en nuestra casa”: pobreza física -aquellos que no disponen de los bienes materiales necesarios-, pobreza cultural -aquellos que les impide progresar como personas-, pobreza social -la que dificulta las relaciones interpersonals- y pobreza espiritual -aquella que no permite abrir el corazón a la trascendencia.
Con la lectura del manifiesto y el canto del Himno de la Misericordia, se concluía el Año Jubilar aunque, con él, no se acaba la misericordia. Lo dejó claro el Arzobispo Omella, que anunció que la misericordia en acción marcará el estilo de la vida diocesana de Barcelona en un futuro, más concretamente, en el próximo plan pastoral diocesano.