Durante el 2022 se han atendido 48 personas, de las cuales 21 mujeres y 27 niños.
El proyecto Marialar ofrece vivienda a mujeres y niños que han sufrido violencia para iniciar el proceso de recuperación consistente en la búsqueda de redes sociales y laborales donde poderse apoyar. Marialar ofrece dos posibilidades de alojamiento situadas en el mismo edificio en función de la duración de la estancia y de la naturaleza de esta. “El hecho de tener hijos a tu cargo hace más duro el proceso. Aún más si no tienes una red de apoyo, como ha sido mi caso”, explica una de las residentes que ha convivido en las dos casas. De aquí que destaque también la importancia de un espacio agradable, con un trato humano, que, asegura, ha encontrado en Marialar, desde una perspectiva de carácter familiar, y no solo hacia las mujeres, sino también hacia los niños.
Para acogidas de urgencia, la casa Montseny permite arrancar el proceso de recuperación a las familias que han sido sometidas a situaciones de violencia y necesitan una actuación inmediata. Esta residencia suele ser corta, pero, si es necesario, se puede alargar hasta un período de tres meses. En cambio, si lo que se requiere es una residencia de largo recorrido, en la casa Gavines hay cabida para 12 mujeres con los respectivos niños (que tiene una capacidad de hasta 36 personas), en forma de unidades de convivencia. En este caso, las familias pueden residir aquí hasta un año y medio. Esta última tiene una esencia comunitaria donde las residentes se organizan de forma autónoma y, si se requiere, puede ser la continuidad de la casa Montseny, que permita cierta estabilidad durante este proceso de mejora.
La mayor parte de las mujeres acogidas llegan al proyecto derivadas del SARA (Servicio de Atención, Recuperación y Acogida), la unidad del Ayuntamiento de Barcelona que atiende a víctimas de violencia machista, a pesar de que, ocasionalmente, algunas no se adhieren a Marialar por haber estado víctimas de violencia machista, sino por su situación de vulnerabilidad social.
Uno de los objetivos de estos espacios de acogida es el de ayudarlas a recobrar la autonomía, sobre todo gracias a la nueva comunidad que crean aquí. “Las trabajadoras [un equipo formado por integradoras sociales, trabajadoras familiares y educadoras] son muy profesionales y me han ayudado en varios trámites, pero sin presionarme nunca. Siempre han respetado mi libertad e intimidad. Me han apoyado, como si te cogieran de la mano y poco a poco te soltaran, pero apoyándome siempre”.
En Montseny las habitantes tienen una habitación individual y comparten espacios comunes como por ejemplo el comedor. En Gavines la dinámica se estructura por módulos en que dos unidades familiares comparten vivienda. En cuanto a la recuperación de cierta independencia, incrementan gradualmente su autogestión, para poder ser derivadas en el futuro a los llamados “pisos de autonomía”, donde el apoyo de los educadores y educadoras pasa a ser semanal y las mujeres, de manera idónea, ya acostumbran a tener ingresos fijos. Este proceso, que a menudo resulta largo y difícil, sobre todo por las largas colas de espera en situaciones de inestabilidad económica y emocional, se enfoca hacia la obtención de autonomía, a través de la creación y fortalecimiento de vínculos. Ambos aspectos son claves para la recuperación física y psicológica de todas las mujeres adheridas al programa.