El centro abierto Glamparetes ha introducido la música en sus actividades regulares de modo que los más pequeños puedan expresar con el cuerpo lo que en palabras aún no saben verbalizar
El año 1877, el filósofo y poeta Friedrich Nietzsche afirmó que sin música, la vida sería un error. En el centro abierto Glamparetes de Cáritas Diocesana de Barcelona trabajan con esta filosofía, y este curso han implementado el uso de la música y los instrumentos en muchas de las actividades de ocio. Para conocer la importancia de los instrumentos, hemos preguntado a los niños de 5 a 7 años cómo participan en las actividades musicales que los profesionales les preparan diariamente.
Natàlia Alonso, educadora social del centro abierto Glamparetes, explica que este es el primer curso en el cual han utilizado la música como método de aprendizaje, y que normalmente llevan a cabo esta dinámica antes de merienda. “Intentamos que la música acompañe a muchas de las actividades que realizamos. La acción de lavarse los dientes o abrocharse los zapatos va acompañada de una canción, y es bueno que relacionen estas rutinas con la música”, explica Natàlia. Sobre los beneficios de la música, la educadora afirma que es un estímulo para los niños, y que gracias a estas actividades se fomenta la calma, y que los más pequeños puedan expresar con el cuerpo aquello que en palabras todavía no saben verbalizar. Además la actividad siempre se realiza en grupo, cosa que fomenta el compañerismo entre los niños.
“De mayor me gustaría ser cantante”
Hajar, de cinco años, nos explica que este curso ha sido el primero en que ha tocado un instrumento, y que el sonido que más le gusta es el de la madera que suena como una rana. Hajar se refiere al güiro, que es uno de los múltiples instrumentos que la empresa UME Unión Musical ha dado a Cáritas Diocesana de Barcelona para que los niños puedan desarrollar las capacidades artísticas y creativas y que se acerquen a la cultura por medio de la música.
Durante este curso, han recibido doce instrumentos, y según en Lluís Anglada, voluntario de Empresas con corazón, “los bongos, las cajas de sonido y los ukeleles no solo son instrumentos, sino que son el acceso a una actividad que ayudará a estos jóvenes a tener un futuro prometedor y alejarse del riesgo de exclusión social”.
Neire, de siete años, dice que el instrumento que más le ha gustado son los platillos, y Rihard dice que a él le gustaría ser cantante. Tocando los instrumentos, los niños han hecho volar su imaginación, y Malakh, de cinco años, ha dicho que de mayor quiere ser mayor. La inocencia de los niños hace que hayan respuestas ingeniosas como esta, pero Malakh ha asegurado que cuando sea mayor hará una fiesta donde invitará a todo el mundo, y donde se escucharán canciones de Frozen.
“En estas actividades no solo participan los niños, sino que queremos que los padres y madres también se involucren en su educación”, explica Natàlia. Gracias a la música, las familias muestran los ritmos propios de sus países de origen, de tal manera que en Glamparetes se mezclan costumbres, cultura musical y ritmos de todo el mundo.
Desde UME *Unión Musical se han mostrado muy satisfechos con el uso que se ha hecho de esta donación, y desean que la música abra nuevas oportunidades a los jóvenes y sea un incentivo para desarrollar su talento creativo.
