Personas mayores / 06/04/2021

Solsticio: La soledad como espacio de intimidad

Publicado por: M. Mercè Conangla

…En soledad, pero no solitarios, reconducimos la vida con la certeza que ningún esfuerzo no cae en tierra estéril. Día vendrá que alguien beberá en manos llenas el agua de luz que brote de las piedras de este tiempo nuevo que ahora esculpimos nosotros. (“Solsticio”. Miquel Martí i Pol)

Diccionario. Solsticio: Cada uno de los dos puntos de la eclíptica para los cuales el valor de la declinación del Sol toma su valor máximo o mínimo.

Nuestra vida es un viaje en espiral que se va proyectando en la materia del tiempo, un tejido que vamos creando desde que nacemos con hilos de emociones, sentimientos, aprendizajes, experiencias de vida, vínculos que nos unen o separan unos de los otros, amores, pérdidas, felicidad y penas, momentos de plenitud y momentos de profundas crisis existenciales.

Como los astros, seguimos órbitas y logramos los solsticios que, a veces, suponen el mejor y, otras, los peores momentos de nuestra vida. La buena noticia es que no somos cuerpos celestes condenados a repetir una vez y un otra la misma ruta. Somos seres humanos con inteligencia y libertad para escoger, para decidir hacer cambios de trayectoria y para hacer de nuestro tiempo de vida algo que honre nuestro paso por el mundo.

En soledad…

Nadie puede nacer por nosotros, nadie puede morir por nosotros. Y, entremedio, toda una vida. De hecho, todo está en el guion que separa la fecha de nuestro nacimiento de la fecha de nuestra muerte. Es el guion el que esconde la historia de nuestra existencia, el que explica la singularidad de nuestro paso por el mundo.

En soledad, pero no solitarios… este potente verso del poeta Martí y Pol nos explica muchas cosas. En primer lugar, que la única constante en nuestra vida somos nosotros mismos y, dado que tendremos que vivir con nosotros mismos toda la vida, vale más que mantengamos una buena relación con este “yo” que evoluciona y cambia.

Es clave, pues, que nos conozcamos, que nos demos atención, que tengamos cura de nuestras necesidades, que alimentemos y luchemos por nuestros sueños y que mantengamos sentidos, mente y corazón abiertos en todo este camino de vida que tenemos el privilegio de vivir.

Recordamos: No es el mismo vivir solo que sentirse solo. Se puede vivir una soledad habitada con sentimiento de plenitud. La peor soledad es la que se puede sentir estando rodeado de muchas personas. Esta es la que nos lleva al vacío y a la tristeza.

La soledad, un espacio íntimo necesario

Hay que entender que la soledad es un espacio necesario de intimidad con nosotros mismos. Hay que cultivarla. Si mantenemos una buena relación con nosotros mismos, si nos hablamos con ternura, si nos cuidamos, no nos asustará vivir espacios de soledad, de reflexión, de silencio necesario, porque precisamente será esto el que nos cargará de energía para poder vivir con los otros desde la serenidad, desde la autonomía y desde la elección en ninguna parte de desde la necesidad. La soledad es un espacio de reintegración personal necesario por nuestro equilibrio y salud emocional.

La Isabel, de 90 anys, viu a l'Almeda de Càritas

Hay un texto de Antonio Gala que me inspira profundamente y que comparto. Dice así:

No se improvisa un viejo, se va haciendo. Desde el niño, desde el joven, desde el adulto. La vejez tiene dentro todas estas edades. ¿Cómo va a estar solo si le acompañan la curiosidad, la sorpresa y la admiración que formaron su infancia; el entusiasmo, la generosidad y el ímpetu que formaron su juventud; la reflexión, la ponderancia y la serenidad que formaron su madurez? La soledad del viejo es producto de las anteriores.

Se trata pues de entrenarnos para incorporar todos estos intangibles que han formado parte de nosotros en las diferentes etapas del vivir. Hay que aprender a hacernos sabios, antes de hacernos grandes. Se trata de vivir una “soledad habitada”, un espacio íntimo muy amueblado, con todo aquello de valioso que hemos cultivado en nuestra vida.

…Pero no solitarios…

Pero no solitarios… porque la persona que somos hoy es el fruto de numerosas colaboraciones, de todas aquellas personas que desde que llegamos al mundo nos cuidaron, acogieron, abrazaron, enseñaron, iluminando nuestra existencia.

Se trata de pintar una pared de casa con todos los nombres de las personas que, desde que hemos nacido, han iluminado nuestra vida para decirles cada día uno por uno. Así nunca nos sentiremos ni abandonados, ni solos, puesto que se han incorporado a nuestra existencia.

Hay algo que es indelegable: la responsabilidad sobre cómo tenemos que vivir nuestra existencia y los valores que nos tienen que guiar. Es desde la aceptación serena de la soledad íntima que podremos vincularnos con los otros desde la generosidad.

¡Qué importante que es pues saber agradecer su presencia y las improntas luminosas que están dejando a nuestro corazón!

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Fundadora y presidenta de Fundación Ecología Emocional

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